Su ropa tirada de cualquier manera, ahí está. Incluso podría decir que están así como alrededor de dos semanas, tan dejados como ella.
Son las 12.39h, un día precioso para todos los ciudadanos... menos para ella. En su habitación predomina la oscuridad provocada por aquella angustia, desesperación y, poco a poco, locura.
12.55h, suena el despertador.
13.10h, sigue sonando.
jueves, 28 de enero de 2010
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