lunes, 25 de enero de 2010

Te presento a mi mejor amiga, se llama Soledad.

-Déjale ir, es lo mejor que puedes hacer.- se limitó a aconsejarle.
-Sólo deseo que nunca sientas lo mismo que siento yo, es como si algo sin piedad te comiera por dentro.- contestó.

Aún viendo su ropa sin guardar en el armario, aún viendo el parpadeo de las conversaciones del msn con sus amigos, aún viendo el libro abierto sin terminar de haberse estudiado lo que debería de haberse estudiado para hoy... todo le da igual. Todo le da igual, y.. ¿por qué? Porque sabía que este momento iba a llegar, algún día, pero ella intentaba hacer ojos ciegos para ignorar tal hecho.

En ese instante se para el espacio-tiempo sólamente para ella, y siente que la soledad es su mejor amiga, aunque sabe que eso no es del todo cierto. A pesar que delante de ellos parezca que no le importa... sí, claro que le importa, y mucho. Desgraciadamente, desde la puerta de su habitación hay un punto de no retorno, y ella ha caído en él. En el encierro propio, tanto físico como mental. Pero la única solución que ve es aceptarlo y asumirlo, pues necesita bastante tiempo y en este momento le es casi imposible.

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